lunes, 21 de mayo de 2018

Accidente minero

El suceso, el peor accidente minero de n los ultimos 18 años,se registró sobre la una y media de la tarde. En ese momento, se abrió una bolsa de gas, sin que se produjera ninguna explosión. El grisú, silencioso e inodoro, salió de forma súbita (fue un “repentino escape”, según la empresa), por lo que los mineros no tuvieron tiempo de colocarse las máscaras de protección.
Los más cercanos al punto del escape cayeron desplomados. Varias fuentes apuntan a que la fuga debió ser “muy grande”, ya que los fallecidos estaban esparcidos en la galería, un pasillo de unos 200 metros, con una anchura de cinco metros y cuatro de altura.
José Antonio Colinas, delegado sindical en Pozo de San Emilio, los vio salir. “Me llamaron por teléfono y me dijeron que había ocurrido un accidente un poco grave”. Llegó a la mina antes que las ambulancias. “Vi salir al primer compañero por su propio pie; el segundo iba en camilla pero consciente… pensé que no sería tan grave, pero los siguientes salieron todos muertos”.
Después de la tragedia, los compañeros corrieron a la entrada de la mina, situada a lo alto de una montaña. Los familiares, desgarrados, imploraban información sobre las víctimas. Los vecinos apoyaban a las víctimas de un territorio marcado por un oficio centenario y peligroso. Unos 200 lugareños lloraban la desgracia, un miedo con el que viven a diario. “Para ganarse el pan, se han dejado la vida”, se apenaba Miguel Ángel Iglesias, un minero jubilado de ese yacimiento, propiedad de Hullera Vasco-Leonesa. Madres, mujeres, hermanos, hijos, muchos de ellos pequeños se fundían en abrazos y los llantos se sucedían entre los familiares, vecinos y compañeros.

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